9 de junio de 2011

EXCURSIÓN A ANENTO Y EL AGUALLUEVE, 28 y 29 Mayo

Esta vez, los tringoleteros y agregados salíamos en dos tandas para Anento, los primeros se iban el sábado 28 aprovechando este fin de semana primaveral... (sigue David). ...




Gracias Ramoné. Y primero de nada decir que, "no había hielo en el único bar abierto de Anento".

Pues nos fuimos unas cuantas familias para allí. Antes de salir de Zgz, tuvimos nuestro 1º percance, que "el Francisco perdía aceite". Bueno, el no, su coche, pero para el caso viene a ser lo mismo, ¿no?. Quedamos con los coches en un cruce, de una bifurcación, de un camino, en la autovía de Teruel, (yo personalmente creo, que nos querían perder). Y tuvimos el 2º percance, CARRETERA CORTADA POR OBRAS. Pues ná, para atrás y nos metemos en una pista de tierra. Y mi Pilli que había lavado el coche el día anterior, para que se viera bien cuco.

Como ibamos los últimos, nos dejaron el coche llenito de polvo. Y mi Malena toda preocupada, - ¿y esta niebla, de donde viene papá? -, y yo - que no es niebla, que es una nube de polvo de la tierra, hija. - Pues que nos dejaron el coche hecho un cristo, (esta palabra se la dedico con enorme afecto, a la familia Berbegal), y nadie se ofrecio a limpiarlo. A lo que ibamos, fuimos hasta un puente romano, que no me acuerdo donde caía, eso si, mú bonico y bien empinao, tu. También cruzamos unas vías de tren abandonadas, que a alguno se le ocurrio llevarselas de visita al chatarrero. Y mientras las madres y los pekes se descalzaban para meterse en el río a pescar con las redes, los adnegados padres teníamos que lidiar con unas cuantas cervezas y unas pocas gelletitas.



Después mas polvareda para llegar a Anento, que rima con pimiento. Cuando llegamos al albergue, cada uno se acomodo como mejor supo, y a comer. Creo no equivocarme, cuando digo, que no creo que nadie vaya a olvidar nunca, la suculenta comida que nos brindaron. Ese delilcioso "caldo de lentejas", con cuatro lentejas de guarnición, y ese maravilloso "pollo a la cerveza amarga", que nadie pudo terminarse, por su peculiar sabor amargo, que vete tu a saber, de donde sacarían tanto amargor. Una vez satisfechos, y después de su correspondiente café "sin hielo", nos fuimos a la parte mas elevada del lugar, el Castillo Encantado. Y venga a escalar, cuando de bajada tuvimos nuestro 3º percance, el Lupo que casi se nos ahoga en una acequia. Menos mal que teniamos a nuestro "vigilante de la playa Oscar", que nos lo salvo.

Y de regreso al albergue, a la cena, que esta vez si que nos aprovechó, con la especialidad de la casa, la crema de calabacín. Y ya no me acuerdo de más, por culpa del 4º percance. Así que (tú la llevas Ramoné)...


...Y el domingo 29 acudíamos a la llamada el resto de la tribu, nos acercábamos sobre las 11 de la mañana y pudimos apreciar que bonito pueblo es Anento, y el entorno en un micro-clima singular. Saludamos a los alberguistas y nos dimos una vuelta por el pueblo, visitando la iglesia con restos románicos y un bonito porche ( o lonja) gótico. Fuimos luego al pequeño pero encantador parque que hay junto al pueblo, sobre las 12 iniciamos la ruta andando hacia el Aguallueve, que esta muy bien señalizado y en un plis-plas, nos encontramos con este singular paraje con una balsa con agua cristalina. Había musgo y helechos, también hay estalactitas del agua continua que cae, de ahí al nombre, una pequeña cueva llena de humedad y mas musgo.
Estuvimos un buen rato, echamos un pequeño almuerzo a base de fruta, queso y fuet, una mama se baño y un pequeño se capuzo, mojándose toda la ropa, entre risas y algún lloro. Partimos hacia la torre celtiberica, el camino se empina pero hay escaleras que facilitan el acceso a la parte de arriba.
Desde allí contemplamos el pueblo y sus alrededores con sus campos verdes, su bosque de pinos, los huertos cultivados, y es que, la primavera esta esplendorosa. Vemos también algún buitres que se alza mejestuoso, encima de nuestras cabezas. Bajamos lentemente y observando con sorpresa y precaución como el cielo se va oscureciendo, y además se levanta un poco de aire, vamos siguiendo una senda, esta vez sin marcar, nos acercamos a los huertos cercanos al pueblo y un peiron que indica camino.
De vuelta al albergue, le comentamos al encargado si podemos comer dentro, pues las primeras gotas hacen su aparición y para comer fuera la cosa esta mal. Nos deja comer en la sala grande y enseguida montamos las mesas, las tortillas, el quiche, salchichas y otros majares, los pekes lo devoran casi todo, mamas y papas, también damos cuenta de ello, que hay hambre tu, luego postres: lata de piña enorme, bizcochos caseros, melón y chocolate redondean el papeo.
Ya ha parado de llover sobre las 5h, los pekes juegan en el césped a buscar caracoles, al balón y a la comba, algunos papas y mamas van a echarse un cafecico al bar del pueblo (el que no tenía hielo).
Recogemos poco a poco los bártulos y poco a poco, cada familia se va para su casa.



by Ramoné and Cepe (juntos que no revueltos)

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